lunes, 8 de junio de 2015

El experimento

El sujeto es tranquilo, es paciente y sabe escuchar. Piensa lo que escucha, piensa lo que dice, piensa lo que ve porque está aprendiendo; está conociendo a quienes, sin saber, son los que experimentan con él.
No existe ningún antecedente que justifique la experimentación, es más, diría que se trata de un acto involuntario que se apoya en la afirmación "yo tengo la razón" o si no "yo entiendo a las personas". Podríamos entender que se trata de un acto de egocentrismo, restregarle en la cara a la persona que nosotros "sabemos más"; podría definirse como ego pero el punto es que es algo más natural, para que sea una afirmación con base en el ego uno debe estar consciente de lo que se está diciendo, se dice porque se sabe que uno está en lo cierto y se busca ridiculizar al contrario con el objetivo de que reconozca que yo tengo la razón. 
Tal vez es una acción que tiene de base el ego pero no se busca ridiculizar al contrario, si lo ponemos en un orden jerárquico, eso sería un objetivo terciario; puede que el objetivo secundario sea buscar la aceptación de esa realidad; el fin es buscar que la persona se de cuenta de su "error", sólo así nos agradecerá, sólo así se nos admirará, ese es nuestro objetivo primario.
Lo interesante de esto es verlo en palabras simples; si buscamos que una persona nos adore no necesariamente nos vamos a mostrar como realmente somos y probablemente esa persona adorará una imagen falsa del yo. Asumiendo que nuestro objetivo primario es la adoración, ¿Qué pasa si es que una persona saca provecho de eso? ¿Qué tal si nosotros, al buscar la adoración, en realidad estamos adorando a alguien más?

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